Cuando llego para mi entrevista con George Clooney y Brad Pitt, la risa es lo que se oye primero. Ja, ja, ja, ja, ja. Pausada. Sin prisas. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. Algunos de los edificios de Château Miraval —de donde Pitt sale con una taza de café en la mano— tienen casi 200 años y la risa resuena en la piedra: ja, ja, ja, ja, ja. Resuena entre las terrazas de olivos. Agita las macetas de piedra con lavanda y romero. Lanza al aire a las mariposas que se posan sobre las flores rosas, hacia el cielo de Provenza, que es del mismo azul suave que cuando lo pintó Matisse. Resuena en el lago, en los viñedos, en la antigua capilla y en el Mercedes-Benz negro convertible, con el techo corrido, que está llegando con Clooney al volante. Lentes de sol negros. Polo negra. Mocasines. Cuando ve a Pitt, grita: ¡Hermano! Y entonces se vuelve a oír la risa: ja, ja, ja, ja, ja.
Pitt y Clooney están acostumbrados a vivir así. Rodeados de belleza. En un aislamiento majestuoso. Son amigos desde hace casi un cuarto de siglo, en parte por algo que los une: la comprensión de dónde acaba el camino que todo joven actor sueña con recorrer y que representa una embriagadora combinación de dinero, atención y éxito. Acaba aquí. En un lugar que un ser humano normal apenas podría describir y mucho menos identificarse con él. ¿Qué otra cosa queda sino reírse?
Ayer, Brad estaba en el circuito de Silverstone, en Inglaterra, filmando una película sobre un piloto de F1 que se titula… F1. Se subió a un coche de Fórmula 2 ampliado al tamaño de uno de Fórmula 1 y lo manejó a 250 km/h en las rectas. “Llevo mucho tiempo haciendo esto”, dice Pitt. “Creo que cada vez es más difícil encontrar una experiencia nueva o algo que me entusiasme, y esto lo ha logrado”. George, por su parte, acaba de llegar de Italia, donde está terminando una cinta —aún sin título— dirigida por Noah Baumbach. En ella, interpreta a una estrella de cine: “Es una exageración”, dice riendo.
Ambos volverán al trabajo en uno o dos días. Pero de momento están aquí, en Miraval, la residencia de Pitt desde que él y Angelina Jolie, su exesposa, compraron la propiedad en 2011 (en 2021, ella vendió su mitad; una transacción que ahora está en el centro de un amargo y extenso litigio). Clooney y su familia también tienen una casa en esta zona desde hace tres años. “Literalmente, vengo de mi casa”, dice George. “Llevo ahí dos años. Nunca había venido. Está a nueve minutos”.
“Durante la pandemia”, nos comparte Pitt para aclarar cuándo y cómo fue que Clooney compró su casa. “Por internet”.
“Sí, por internet”, admite Clooney.
Existe muy poca gente que ha experimentado lo mismo que ellos. Que se identifique con la fama, el dinero, la apatridia, las décadas de vida pública. Por no hablar del trabajo. Desde La Gran Estafa (2001), han hecho dos secuelas de esa franquicia; han coprotagonizado Quémese Después de Leerse (2008), de los hermanos Coen, y se reunieron recientemente para Wolfs (Lobos, en español), una cinta que rodaron el año pasado. En este largometraje —escrito y dirigido por Jon Watts y producido por Apple, George Clooney y Brad Pitt— ambos actores se encargan de dar vida a dos limpiadores de escenas criminales rivales que fueron contratados para hacer lo mismo. Se trata de una comedia, una película de acción y una excusa para que dos tipos a los que les gusta acabar las frases del otro en la vida real lo hagan también en una cinta.
Wolfs es también una reflexión no muy sutil sobre sus estrellas, que interpretan a dos personajes muy competentes que podrían estar volviéndose viejos para su trabajo. Clooney tiene 63 años; Pitt, 60. En muchos aspectos, son los últimos de su especie. “Recuerdo cuando tenía 20 años y me enteraba de que alguien moría a los 63”, comparte George. “Yo pensaba: Vivió una buena vida”. Ja, ja, ja, ja, ja.
Y es una buena vida. Pitt nos pregunta si queremos acompañarlo a lo que él llama la cocina de verano, que resulta ser una cocina al aire libre, con una terraza y un par de mesas con vistas al viñedo y al lago.
La última vez que hablé con Clooney fue durante la pandemia. Lo recuerdo con el pelo crecido y desgreñado, hablándome por Zoom con su hijo en el regazo. La última vez que charlé con Pitt fue en una casita en La Cañada, California. Mientras contemplo la vista que tenemos delante de nosotros, trato de decidir cuál de estas tres experiencias ha sido la más surrealista. Pero lo surreal es normal con estos tipos.
El aire es fresco y la hierba es verde
George Clooney: La razón principal es que dirigir una cinta toma un año, y ahora nuestros hijos tienen cierta edad. No vamos a sacarlos de la escuela para que vayan de un lado a otro. Antes podían venir con nosotros. Ahora es diferente. Así que quizá me enfocaré en otras cosas, como actuar.
Brad Pitt: Bueno, ahora hago una película cada año y medio (risas). Sigo en lo mismo. Solo intento disfrutar de la gente a la que amo y simplemente trato de vivir. (Hace un gesto hacia el viñedo.) No sé cómo no sonar cursi, pero el aire es fresco y la hierba es verde, y me he convertido un poco en ese tipo de persona.
GC: Algo interesante es que ahora tienes 60 años, ¿verdad?
BP: Sí.
GC: (Risas) Cuando cumplí 60, mi esposa y yo tuvimos una bonita cena. Le dije: “Mira, ya tengo 60 años”. Ahora tengo 63 y un día le comenté: “Aún puedo jugar basquet con los chicos, estar con ellos y hacer un montón de cosas. Estoy en muy buena forma. Pero no importa cuántas barras de granola coma. Dentro de poco tendré 80 y ese es un número diferente”. Ese es un número real donde tus huesos se hacen frágiles y tu masa muscular desaparece. Así que todo cambia. Entonces, las próximas dos décadas tenemos que centrarnos no únicamente en el trabajo, aunque hay que seguir trabajando. También tenemos que enfocarnos en la vida.
BP: Empiezas a entender la idea de la mortalidad y de que es algo con lo que todos tenemos que lidiar. Te vuelves más consciente de ello.
GC: Mira, no somos estúpidos. Pero también siento que aún queda gasolina en el tanque.
BP: ¿Lo son?
GC: Sí. Son como de 20 años. Pero lo de Cary Grant es interesante. Se vio a sí mismo en una película, no recuerdo quién era la coprotagonista. Y dijo: “Me veo demasiado viejo para besar a esa chica”. Y renunció. Y pasó otros 20 años como Cary Grant. Pero muchos otros actores, como Clark Gable, no duraron tanto como crees. Veinticinco años, como mucho. Pero ya han pasado 40 años para nosotros, lo que es aterrador.
GC: Sí. Recuerdo que hablé con Matt Damon de esto hace 25 años, cuando ganó el Óscar. Le dije: “Si logras tener una carrera de 10 años a este nivel es el premio mayor”. Nadie lo sostiene mucho más que eso. Así que sí, estoy sorprendido de que aún tenga este trabajo.
GC: Sí, pero hay dos formas de enfrentarlo. El teléfono deja de sonar si quieres seguir siendo el personaje que eras cuando tenías 35 años. Pero si estás dispuesto a bajar un poco en la lista de llamadas y hacer un trabajo de personaje interesante, entonces puedes… ¡Tienes que hacer las paces con la idea de que vas a morir! La gente me dice: “Eres mayor de lo que pensaba”. Y yo les respondo: “¡Tengo 63 años, imbécil!”. Así es la vida. Y mientras puedas hacer las paces con la idea del cambio, entonces está bien. Conozco a muchos actores que no lo sueltan y tratan desesperadamente de aferrarse a ello.
George está a punto de decir algo más, pero llegan dos niños adorables, seguidos de una mujer alta y elegante que resulta ser Amal Clooney. “Este es Alexander, esta es Ella”, dice presentando a sus gemelos de siete años, que ya han empezado a subírsele a Pitt. Amal abraza a Brad y le dice que la propiedad es increíble.
“¿Les gustan los animales?”, pregunta Pitt a los gemelos. “Tenemos un montón de animales que hay que alimentar”. Y empieza a recitar la población animal de Château Miraval —changos, conejitos, ponys—, mientras Alexander y Ella lo animan.
Al final, nos sentamos todos a comer. “Los invitados de este lado”, dice Brad, y así Clooney, Amal y yo acabamos en la misma fila, mirando a la propiedad, frente a Pitt.
—¿Cómo les fue en la entrevista? —nos pregunta a todos Amal.
—Acabamos de empezar —dice George.
—Llevamos ocho minutos de entrevista — suma a la conversación Brad.
—Llegaste en el mejor momento —suelta Clooney.
—Seguro que es suficiente —dice Amal, volteando hacia mí y riendo.
Sus hijos han empezado a escalar una escultura que parece una mezcla de escalera y mesa. “Traten de no hacer tonterías”, les grita George, con esa voz cansada tan característica en los padres de todo el mundo. Los dos actores empiezan a contarle a Amal de la ropa que se estaban probando para la sesión de fotos con GQ.
—Tu hombre se estaba arriesgando —dice Pitt.
—¿Qué hiciste? ¿Te pusiste un color radical? —pregunta Amal.
—Soy demasiado mayor para que eso me importe —dice Clooney.
—Esa es otra cosa de hacerse mayor —acota Brad— cuesta demasiado trabajo controlar las cosas. Es mejor dejarse llevar, de alguna manera, por la corriente.
BP: Por supuesto. Es mucho más fácil. Si me siento bien, cada vez más confío en ese barómetro y lo hago.
BP: Cada vez lo soy más. Cuando eres más joven, percibes amenazas y sientes que tienes que protegerte. Y luego te das cuenta de que es agotador.
GC: También estás mucho más dispuesto a reírte de ti mismo. Cuando eres joven, siempre estás tratando de proteger algo. Cuando alcancé el punto en el que podía elegir una película, aceptaba todo lo que me llegaba. Porque no entendía que me iban a responsabilizar por cada una. Así que me ofrecen Batman y Robin, y llamo a mis amigos para decirles: “¡Voy a ser Batman!”. Es que no lo piensas. Después de hacer lo mismo por tres proyectos que no funcionaron caí en cuenta de que me iban a responsabilizar. Tenía que volver a un buen guion y con un gran director, si es que se me permitía elegir. Y eso significa que tienes que sacar el dinero de la ecuación.
BP: A lo que él se refiere es a darte cuenta de todo el peso que cargas. Y entonces dices: “Ok, pero voy a elegir”. Cuando te percatas de que eres el responsable, entonces lo asumes y empiezas a tomar las decisiones. Por ejemplo, en mi contrato de Se7en, los Siete Pecados Capitales, después de haber tenido una mala experiencia anterior en la que editaron escenas que yo consideraba vitales, puse: “La cabeza de la esposa se queda en la caja”.
GC: Apuesto a que trataron de quitarlo, ¿no?
BP: Por supuesto. También escribí: “Y el personaje mata a John Doe”. Tengo ambas cosas en mi contrato. Así que claro, cuando llega el momento, vienen y dicen: “¿Sabes qué? Sería mucho más heroico si no lo hiciera”. Y tú les respondes: “Sí, lo sería, pero no lo es”. Y también: “La cabeza de la esposa es demasiado. ¿Y si ponemos las cabezas de los perros? Deberían ser las cabezas de los perros”. Pero... ¡No!
GC: Bueno, no han desarrollado estrellas como lo hacía el sistema de estudios. Creo que nos tocó el final de eso, cuando podías hacer tres o cuatro películas con un estudio, y había un plan para ello. Y no creo que ese sea necesariamente el caso ahora. Así que es más difícil venderle algo a alguien apoyándote en una celebridad. Pero es un gran momento para ser un actor joven. Cuando yo era joven, en el LA Times de los lunes tenían los 64 programas que existían. Si estabas en uno de ellos, tratabas de que estuviera en el top 20 para mantenerlo al aire. Pero eso era todo. Y los estudios hacían cinco películas al año. Ahora hay 600 programas. Así que hay mucho más trabajo para los actores.
Somos George y Brad
GC: Soderbergh hablaba de esto cuando hicimos La Gran Estafa, decía que todo el mundo trataba activamente de entregar la escena a la otra persona. Y eso era una especie de generosidad de espíritu, pero también la confianza de que no tienes que aferrarte a todo. Y cuando haces eso, curiosamente, todo resulta…
BP: Sí, es cuando todos ganan, cuando el proyecto gana. Tú ganas cuando el otro gana. Recuerdo la historia, no sé si sea verdad, pero recuerdo haber oído que para Butch Cassidy and the Sundance Kid no querían a Redford, iban a contratar a otro…
GC: McQueen o alguien.
BP: Y Redford terminó quedándose con el papel. Y en algún momento quedó claro que la estaba rompiendo. Fueron con Newman —era la producción de Newman y George Roy Hill— y le dijeron: “Es posible que dejemos de hacerle close-ups, porque es muy bueno”. Y que Paul Newman respondió: “No, no, no. Déjalo jugar”. Creo que ese tipo de generosidad es parte de la razón por la que ambos han dejado una huella tan indeleble durante tanto tiempo.
GC: También pienso en Gregory Peck y Audrey Hepburn. El primer papel protagónico de ella en una película fue en Roman Holiday, y ponían “Gregory Peck en Roman Holiday”. Él vio el primer corte, llamó al estudio y dijo: “Ella va a ganar un Óscar por esta puta película y vamos a quedar como pendejos si es mi nombre el que aparece sobre el título y el de ella sale con la leyenda de ‘presentando a…’”. Y lo cambiaron. Existe la capacidad y la confianza de no sentir que alguien te pisa o te quita.
BP: Hombre, ¡no! Nosotros somos George y Brad.
GC: No queremos que nos comparen con ellos. Son íconos.
GC: Es una muy buena pregunta. Después de la orden de alejamiento que pedí…
BP: Lo que pasa es que ya tenía una orden de alejamiento contra él, es algo redundante. Innecesario. Por eso ahora estamos sentados a dos metros de distancia.
GC: Sí, somos amigos desde hace mucho tiempo. Y es divertido porque también nos controlamos de vez en cuando, que es una parte importante de esto. Las cosas se complican en la vida y siempre tienes que asegurarte de que todo el mundo esté bien.
BP: George es probablemente el que mejor entiende, el que mejor ve el tablero de ajedrez y las posibles jugadas. Voy a llamar a George muchas veces cuando las cosas se pongan difíciles.
GC: Estaba filmando Pasaje al Paraíso con Jules (Julia Roberts), nos encontrábamos en un helicóptero y le mandábamos mensajes a Brad…
BP: Recibía sus fotos con caras de tontos en cada lugar al que iban. Ni siquiera las quería. Mira, ha habido experiencias maravillosas de trabajo y también presiones muy fuertes. Una vez equiparé ser celebridad con ser cazado.
BP: En esos documentales sobre la naturaleza, hay una gacela que queda atrapada. Y entonces los leones y los guepardos la persiguen. Y después, si se escapa, pasa por el trauma, los temblores…
BP: No sólo solitaria, sino aterradora. Puede dar miedo hasta que encuentras tu camino en el campo, supongo. Pero por eso hay un verdadero consuelo. Sé que él está al pendiente de mí y yo de él.
GC: Pero también, entiendo que para lograr algo necesitas trabajar mucho y cierta habilidad en lo que haces… Y se requiere cierta cantidad de suerte. Ahora bien, puedes crear algo de esa suerte. Hay una frase del golfista Jack Nicklaus en la que hace un putt largo y su rival le dice: “Un putt con suerte.” Y él dice: “Es curioso, cuanto más tiempo practico, más suerte tengo”. Puedes crear esa suerte, pero sigues necesitándola.
Y una vez que lo superas, mantener el poder requiere diligencia. Es como un atleta olímpico. Y no lo subestimo. La gente que sobrevive… mira cuántos hacen una tontería en su carrera y eso los ahoga durante mucho tiempo.
BP: Y luego hay alguien como yo, que puede hacer cuatro o cinco tonterías y seguir adelante.
GC: (Risas.) No, pero requiere fortaleza. Es divertido mirar alrededor, lo veo a él y también veo al chico con el pelo de mierda en una mala sitcom en la que ambos estábamos…
BP: Yo diría que es uno de los mejores cortes mullet que han existido.
GC: ¿Era mejor mi mullet o tu mullet?
BP: Voy a decir que el mío.
GC: Yo diría que el mío. Pero, de nuevo, es parte de una experiencia compartida extraordinaria, porque fue parte de hacerla.
GC: Mucha gente, incluso quienes alcanzan un nivel de fama bastante alto, encuentran la forma de llevar una vida normal, pasear por las calles de Nueva York sin que los sigan y cosas así. Y hay, no sé, cinco o seis de nosotros para los que nunca ha disminuido. Ocurrirá, obviamente, pero aún pasa. Tenemos que esforzarnos mucho para tratar de mantener la privacidad y es difícil, como te podrás imaginar. A veces evitas ir al doctor por algo por lo que normalmente irías, porque…
BP: Es un titular asegurado. Por eso mejor te curas tú mismo la herida de cuchillo.
BP: Es verdad.
GC: Es absolutamente cierto. Evalúas varias veces si vale la pena ir al hospital o no.
BP: Fractura compuesta, vuelve a meter el hueso.
Un George Clooney en mi vida
BP: Cuando George me llamó la atención por primera vez fue cuando la princesa Diana murió en el accidente, y George habló del tema. ¿La cacería? No puedo decírtelo, no puedo describírselo a nadie. Era una locura. Tenías nueve coches siguiéndote. Te esperaban.
GC: Hemos estado en París en esas mismas persecuciones.
BP: Se detiene el auto en un semáforo y todos se bajan y es flash-flash-flash-flash-flash-flash. Y no puedes ver nada, y no puedes moverte porque estás atrapado entre los coches. Es una sensación horrible. Es una sensación de mierda, de mierda. George lo dijo y comentó sobre eso. Y fue entonces cuando supe que este tipo tenía algo que el resto de nosotros no. Vi al líder.
GC: Lo gracioso es que yo fui uno de los últimos en la carrera por Thelma y Louise. Sabía que iba a ser una gran película, pero no tanto. Y su carrera fue así (Clooney hace el gesto de algo que va en ascenso) y yo seguía haciendo una mala serie de televisión o algo así. No vi Thelma y Louise en un par de años.
BP: No olvides que también somos unos hijos de la chingada competitivos. Lo somos. Damon. Todos nosotros.
GC: Quiero ganarte en cualquier trabajo. Pero si no lo consigo yo, me gustaría que lo consiguieras tú.
BP: Es que así no funcionaba. Ni siquiera entonces.
GC: Ocurre algo muy interesante cuando llevas mucho tiempo trabajando juntos: no tengo que estar cerca de él para saber lo que está haciendo y hacerme una idea de lo que está pasando. Y es un alivio tener la seguridad de decir: “Ah, sí, sé lo que va a hacer”. Por cierto, hay muchas escenas en Wolfs (Lobos) en las que se podía sentir a uno de nosotros preparando todo para el otro. Ahora ya no es competitivo.
BP: Solo digo que tenemos una naturaleza competitiva, como la de un atleta. Y veo eso en nuestro entorno. Te enorgulleces de lo que haces, quieres hacerlo bien. Pero al mismo tiempo, si no hubiera tenido un George Clooney en mi vida, no sé si habría llegado a ciertos niveles. Porque te inspira a seguir adelante.
GC: Los dos tenemos productoras y los dos hemos producido una película que ha ganado el Óscar a mejor película. Si yo produjera una cinta contra él, haría todo lo posible para ganarle. Pero recuerdo cuando ganó el Óscar por la película que hizo con Quentin, y le escribí y le dije: “Estoy muy feliz de estar en un mundo en el que tienes un Óscar por el trabajo que haces como actor”. Porque hay una ruta muy fácil, cuando eres Brad, para hacer grandes películas comerciales, ganar bastante dinero, y vivir una vida muy fácil. Y sus elecciones como actor siempre fueron como Se7en. Esa cinta no es un jonrón. Cuando lees el guion, dices: ¿Es una película comercial? No lo creo. Y él la convirtió en una película comercial porque se mantuvo firme.
BP: Bueno… David Fincher. Pero eso es parte de ello también. La gente con la que trabajas.
BP: (Señalando a Clooney.) Steven Soderbergh.
GC: A ver, hice una película con Quentin. Interpretó a mi hermano.
GC: Quentin dijo algunas pendejadas sobre mí recientemente, así que estoy un poco molesto con él. Hizo una entrevista en la que estaba nombrando estrellas de cine, y entonces el periodista le dice: “Bueno, ¿y qué hay de George?”. Y Tarantino responde: “Él no es una estrella de cine”. Y luego, literalmente, dijo algo así como: “Dime una película desde el milenio”. Y yo pensé, “¿Desde el milenio? Eso es más o menos toda mi puta carrera”.
BP: Ja, ja, ja, ja, ja.
GC: Tenemos mucha suerte de haber trabajado con estos grandes directores. Director y guion es lo que te mantiene vivo. Y aprendí eso después de hacer algunas películas muy malas. No puedes hacer una buena película con un mal guion. Puedes hacer una mala película con un buen guion. Puedes cagarla.
BP: Sí, fue muy cool. ¿Pero sabes que me echaron la culpa por eso? Para AA es anónimo. Para mí, sí, pero solo si quiero…
GC: Menos ahora.
BP: Hubo una época en la que no podía salir con nosotros en, ¿fue La Nueva Gran Estafa? Estábamos en una gran gira europea. Sí, estaba sufriendo mucho.
GC: Lo recuerdo, cancelé justo en la pista de despegue.
BP: Aunque vino en el autobús. Así es él. Su columna está goteando líquido, tiene migrañas durísimas; pero se supone que vamos a subirnos a un avión. Íbamos a hacer toda la gira de Europa. Y tienes que entender que todos confiamos en George. George lidera. Aun así, con todo ese dolor, tuvo que subir al autobús con nosotros, contarnos todo y darnos un discurso.
GC: “¡Conquístenlos, chicos!”. Y luego acabé en el hospital.
GC: ¿Humanos? ¿Tú qué crees?
BP: Sí, no sé. Hombre, eso espero. Dios santo. Salta si no lo has hecho. ¿No es ese el juego?
BP: ¿En serio? Creo que de eso se trata. Pero bueno, con el tiempo encuentras más paz. Más comodidad. Encuentras más amor en el mundo. Entre toda la locura.
BP: Todo va a salir bien. Eso es todo. Es relativo, esa frase está bien. Pero todo va a ir bien.
GC: Mi tía [Rosemary Clooney] era una cantante muy famosa, y luego ya no. Dejó de serlo no porque tuviera menos talento, sino porque los tiempos cambiaron, y porque llegó el rock and roll y la música pop, y las mujeres cantantes quedaron fuera. Fue una buena lección sobre lo poco que tiene que ver contigo. Y cuanto más viejo te haces, más eres capaz de verlo y decir: bueno, no es mi brillantez la que hizo que esto fuera un éxito y no es mi estupidez la que hizo que fracasara. Existe una serie de elementos y puedes ser un poco más reflexivo. Te atribuyes menos crédito por lo bueno y lo malo.
GC: Hay una narrativa acerca de mí que le encanta a la gente, y es que siempre estoy interpretando una versión de mí mismo. Y yo siempre digo: “No sé si mucha gente está haciendo ¿Dónde estás hermano? y Michael Clayton”. Y creo que parte de la razón por la que se me permite hacerlo es que estuve en películas de tantos géneros distintos que no tuvieron éxito. ¿Me explico? Si no tienes mucho éxito en las películas de acción, nadie te pide que hagas más películas en ese género. Y lo mismo con todo. La falta de éxito masivo me permitió hacer otras cosas y probar cosas nuevas.
BP: Vuelvo a la distribución del tiempo. Estoy buscando nuevas experiencias. Algo como conducir estos coches de F1, experimentar la carga aerodinámica y los frenos de carbono. ¿En qué mundo podría hacer esto? Es una experiencia increíble. Siempre he pensado que este era un juego para una persona más joven, por así decirlo. Y lo que aportamos ahora, no sé hasta qué punto todavía conectará con la gente. Pero sólo busco experiencia. Y luego, las personas con las que trabajo. Eso es todo. Sólo quiero trabajar con…
GC: Las personas a las que les gusta lo que hacen. Estabas hablando de la distribución de tiempo. Cuanto más viejo te haces, eso es muy diferente. Cinco meses de tu vida es mucho. Así que no haces una película buenísima, como Tres Reyes, mientras un miserable de mierda como David O. Russell hace de tu vida un infierno. Hace la vida de cada persona del equipo un infierno. No vale la pena. No en este momento de mi vida, solo para tener un buen producto.
BP: Tampoco vale la pena, en realidad, repetirnos a nosotros mismos. Es aburridísimo.
BP: No, los dos estamos haciendo muchas cosas fuera del cine, lo cual es muy intrigante.
GC: Escribí una obra de Broadway, Good Night and Good Luck. Voy a estar en Broadway. Serán seis meses de mi vida en Nueva York. Pero de nuevo, es como si estuviéramos hablando de la distribución de tiempo. No voy a hacer otra cosa. Voy a darme tiempo con mis hijos. Disfruto mucho llevarlos a la escuela, y mi esposa y yo la estamos pasando realmente bien. Así que no quiero perder todo eso. Pero esta es una oportunidad de hacer algo que nunca he hecho antes. Así que seguimos intentando hacer y probar cosas nuevas, a la vez que decimos: “Bueno, también recordemos que queremos disfrutar la vida”. Un poco de ambas cosas. Todo con moderación, incluida la moderación.
BP: Ja, ja, ja, ja, ja.
BP: Sí. (Pausa larga y filosófica.) Totalmente.
Artículo publicado originalmente en GQ US.